30 de Agosto del 2004

Ritorna vincitor

Martín PalermoCon dos goles retomó la senda triunfal el legendario goleador de Boca Juniors, Martín Palermo.
Aquel mismo que, también con dos goles, nos permitió ganar la intercontinental del 2000 sellando la suerte de un Real Madrid que había ganado todo.
El mismo que fue goleador del Apertura '98 con 20 goles en 19 partidos, marca aún no superada en el fútbol argentino.
Ese que con 38 goles fue elegido "Futbolista de América en 1998" por la Confederación Sudamericana de Fútbol.
Pero nada, absolutamente nada se puede comparar con aquella noche del 24 de mayo del año 2000 cuando volvió a jugar, luego de una lesión que lo alejó de las canchas por 7 meses, en un partido por los cuartos de final de la Libertadores y marcó con una media vuelta de zurda el gol que terminó una vez más con las aspiraciones de River Plate.

Que sean muchos más.

Escrito por Asterion a las 6:55 AM | Comentarios (8)

25 de Agosto del 2004

El grito

E. Munch: El grito, 1893, cera, pastel y témpera sobre papel cartón, 83´5 x 66 cm, Museo Munch, Oslo.El grito es una de las obras maestras del expresionismo. Fue pintado por Edvard Munch en 1893.
Munch pintó una serie de obras inspiradas en vivencias personales en la década de 1880, de las cuales forma parte "El grito".

Acerca del proceso que lo llevó a pintar el cuadro, escribió:
"Todo ocurrió cuando caminaba con dos amigos por la carretera. Entonces se puso el sol. De repente, el cielo se volvió rojo como la sangre, me detuve, me apoyé en la valla, indeciblemente cansado.
Lenguas de fuego y sangre se extendían sobre el fondo negro azulado.
Mis amigos siguieron caminando mientras yo me quedaba atrás temblando de miedo. Y sentí el grito enorme, infinito, de la naturaleza."

Según la Royal Society los crepúsculos rojizos aparecieron en Noruega desde fines de noviembre de 1883 hasta mediados de febrero de 1884.
En un estudio publicado en febrero de este año por la revista Sky and Telescope, investigadores de la Universidad de Texas concluyen que este fenómeno se dio por la erupción del volcán Krakatoa, a lo que se debía el tinte rojizo que Munch veía en el cielo.

¿Todo debe tener una explicación física?.
Acaso la imaginación sea capaz de crear expresiones más dolorosas que cualquier cielo natural.


Hace poco fue robada del Museo Munch, en Oslo. ¿Será un secuestro express, uno más para la estadísitica?.

Escrito por Asterion a las 5:48 AM | Comentarios (18)

20 de Agosto del 2004

Viceversa

Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte

tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte

tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte

o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizás más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa

Mario Benedetti
Viceversa
Poemas de otros (1973-74)

En la voz del propio Benedetti


Vos sabés.

Escrito por Asterion a las 5:30 AM | Comentarios (14)

18 de Agosto del 2004

Il cavallino rampante

El cavallino rampante, hoy. En 1923, luego de su victoria en el circuito de Salvio, Rávena, el corredor Enzo Ferrari conoció al conde Enrico Baracca. Su esposa, la condesa Paolina Biancoli, le hizo un pedido muy especial: que el símbolo de la escudería Ferrari fuese el emblema que usara su difunto hijo, Francesco Baracca. Enzo Ferrari accedió. En ese momento Ferrari corría para Alfa Romeo, que ya tenía logo. No fue hasta 1932 que el cavallino rampante se convirtió en el emblema de la escudería, siendo hoy el símbolo de una de las marcas de autos más conocidas del mundo.
Pero, ¿quién fue Francesco Baracca?

Nació en 1888. Pese a la oposición de sus padres, abrazó la carrera militar, donde escogió el arma de caballería.
Como muchos de su época, se sintió atraído por las extrañas máquinas que surcaban el aire, y en 1812 fue enviado a Francia para hacer el curso de piloto militar.
Cuando Italia ingresó en la Primera Guerra Mundial, Baracca era un experto piloto de caza de la escuadrilla 70. El 17 de abril de 1916 logró su primera victoria, un avión de reconocimiento austríaco al que obligó a aterrizar; inmediatamente aterrizó a su lado para estrechar la mano del piloto derribado, tal cual era la costumbre de la época. El 25 de noviembre se adjudicó su quinta victoria, lo cual lo convertió en un as.

Francesco Baracca y el cavallino rampanteEn esta época hizo pintar en su avión un emblema personal, el famoso cavallino rampante, en honor al arma de la cual provenía. En la actualidad es usado por el 4º y 9º Stormo de la Regia Aeronautica.

En mayo de 1917, con su décima victoria le llegó el pase a la escuadrilla 91, que estaba equipada con los novísimos SPAD S VII, la cual sería conocida como "escuadrilla de ases".
El 25 de octubre obtuvo una victoria doble, pero a su vez se vio obligado a un aterrizaje forzoso. Por ese entonces contaba con casi treinta victorias, y era el máximo as de la aviación italiana, habiendo sido condecorado en numerosas oportunidades.
El Alto Mando, temiendo que fuese derribado, decidió a fines de 1917 alejarlo del frente, para participar en las pruebas del nuevo monoplaza SVA.
En marzo de 1918 retornó a la escuadrilla 91. El 15 de junio obtuvo su trigesimo cuarta y última victoria. El 19, la escuadrilla realizó una misión de ataque a tierra. A causa de la fuerte reacción antiaérea, la escuadrilla perdió el contacto con su comandante, el Mayor Francesco Baracca, quien no regresó de la misión.


A Vero, por los 400.

Escrito por Asterion a las 5:23 AM | Comentarios (13)

12 de Agosto del 2004

Inmóvil

No te quedes inmóvil . . .No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo

y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino

y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Mario Benedetti
No te salves

Recitada por el propio Mario Benedetti

Escrito por Asterion a las 4:35 AM | Comentarios (22)

9 de Agosto del 2004

Y si hablamos?

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
Cae el sol . . . y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto
.

Pablo Neruda.
20 poemas de amor y una cancion desesperada.
Poema 15.

Escrito por Asterion a las 7:28 AM | Comentarios (12)

5 de Agosto del 2004

Antoine de Saint-Exupéry

Antoine de Saint-Exupéry en la carlinga de un P-38(1944)El 31 de Julio de 1944, despegaba de la isla de Córcega un solitario avión de reconocimiento. Similar a tantos otros, era diferente. Sería el último vuelo de Antoine de Saint-Exupéry. Pilotaba un monoplaza de reconocimiento P-38 Lightning, con la misión de fotografiar la región de Grenoble. Y a bordo de él encontró su destino.

Nació en 1900 en Lyon. En un hecho que marcaría su vida, a los 12 años de edad fue invitado a volar por el famoso piloto Jules Védrines. A los 21 años hizo el servicio militar y obtuvo su título de piloto militar. A los 26 años ingresó en la aviación civil con la empresa Latécoère. En 1929 fue designado director de la Aeropostale Argentina, lo cual lo trajo a nuestras pampas. Pilotando aviones recorrió gran parte del sur de nuestro país, donde su paso es bien recordado por las crónicas de la época. Contrajo matrimonio en Buenos Aires en 1931.

A fines de 1929 un problema técnico lo obligó a aterrizar en Concordia, Entre Ríos. Fue alojado en la mansión de San Carlos, cuyos jardines sirvieron de inspiración para el cuento Oasis, de su libro "Tierra de hombres".
Posteriormente fue piloto de pruebas y trabajó para Air France. Cubrió la guerra civil española para un diario francés.
A fines de 1935, durante un vuelo de récord, se vio obligado a aterrizar en el desierto libio. Junto con su mecánico, sobrevivió cuatro días en el desierto. Una noche tuvo un curioso encuentro con un fennec. Esta experiencia serviría de inspiración para su libro más conocido, "El Principito".
Primer vuelo de Aeroposta a la Patagonia. El piloto es Saint-Exupéry.

En 1940, tras la caída de Francia, se radicó en Nueva York. Allí era bien conocido por su libro "Piloto de guerra", de reciente aparición. Sin embargo su estancia lejos de su país no fue fácil; los aliados estaban perdiendo la guerra y además no sabía hablar en inglés. Su editora le sugirió escribir un libro infantil cuyo protagonista fuese el pequeño personaje con el que Saint-Exupéry adornaba sus cuadernos. Así nació "El principito".

En 1943 viajó al Norte de Africa para unirse a las fuerzas de la Francia Libre. Su amplia experiencia como piloto civil lo hacían un candidato ideal para los vuelos de reconocimiento fotográfico. Un año después no regresó de un vuelo. Hace pocos años encontraron los restos de su avión en el Mediterráneo.

El Principito
Es un clásico de la literatura universal. Es la tercer obra más vendida en el mundo, detrás de la Biblia y "El capital". En un principio fue recibida con cierta frialdad, ya que su público estaba acostumbrado a otro tipo de obras y no esperaba un cuento para niños. Fue traducida a 115 idiomas.
En sus páginas podemos encontrar referencias a la bondad, el amor, la amistad, la tenacidad, la búsqueda del conocimiento, en definitiva aquellos valores que nos dan la plenitud.
El viaje del Principito es una parábola acerca de la búsqueda permanente del hombre. Según el filósofo Martin Heidegger, una de las grandes obras del existencialismo.

Para mí, lo mejor son los diálogos con el zorro. Los dejo con el:
El principito y el zorro

Se dirigió el principito nuevamente a la rosas:
-En absoluto os parecéis a mi rosa. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Así era mi zorro antes, semejante a cien mil otros. Al hacerlo mi amigo, ahora es único en el mundo.
Las rosas se mostraron ciertamente molestas.
-Sois bellas, pero aún estáis vacías-agregó todavía- Nadie puede morir por vosotras. Es probable que una persona común crea que mi rosa se os parece. Ella siendo sólo una, es sin duda más importante que todas vosotras, pues es ella la rosa a quien he regado, a quien he puesto bajo un globo; es la rosa que abrigué con el biombo. Ella es la rosa cuyas orugas maté (excepto unas pocas que se hicieron mariposas). Ella es a quien escuché quejarse, alabarse y aún algunas veces, callarse. Ella es mi rosa...

Regresó hacia donde estaba el zorro:

-Adiós-dijo.

-Adiós-dijo el zorro- Mi secreto es muy simple: no se ve bien sino con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos.

Antoine de Saint-Exupéry.
El Principito.
Capítulo XXI (extracto)


Otras obras:
Correo del Sur (1929),
Vuelo de noche (1931),
Tierra de hombres (1939),
Piloto de guerra (1942)

Encuentran los restos del avión de Antoine de Saint-Exupéry.

Los aviones que piloteó.
El Principito en la web.

Escrito por Asterion a las 6:25 AM | Comentarios (22)

2 de Agosto del 2004

El Zahir

Moneda de veinte centavos (1921)
Tal vez algunos de ustedes se preguntaron, con cierta lógica, qué es el Zahir. Es un cuento de Borges, pero ¿qué representa?. . . Podría escribir un análisis, pero quién mejor que Jorge Luis Borges para contarnos cómo surgió su famoso relato.

"... Voy a tratar entonces de recordar un cuento mío. Estaba dudando mientras me traían y me acordé de un cuento que no sé si ustedes han leído: se llama El Zahir. Voy a recordar cómo llegué yo a concepción de ese cuento. Uso la palabra «cuento» entre comillas, que no sé si lo es o qué es, pero, en fin, el tema de los géneros es lo de menos. Croce creía que no hay géneros; yo creo que sí, que los hay en el sentido de que hay una expectativa en el lector. Si una persona lee un cuento, lo lee de un modo distinto de su modo de leer cuando busca un artículo en una enciclopedia o cuando lee una novela, o cuando lee un poema. Los textos pueden no ser distintos pero cambian según el lector, según la expectativa. Quien lee un cuento sabe o espera leer algo que lo distraiga de su vida cotidiana, que lo haga entrar en un mundo, no diré fantástico —muy ambiciosa es la palabra— pero sí ligeramente distinto del mundo de las experiencias comunes.

Ahora llego a El Zahir y, ya que estamos entre amigos, voy a contarles cómo se me ocurrió ese cuento. No recuerdo la fecha en la que escribí ese cuento, sé que yo era director de la Biblioteca Nacional, que está situada en el Sur de Buenos Aires, cerca de la iglesia de La Concepción; conozco bien ese barrio. Mi punto de partida fue una palabra, una palabra que usamos casi todos los días sin darnos cuenta de lo misterioso que hay en ella (salvo que todas las palabras son misteriosas): pensé en la palabra inolvidable, unforgettable en inglés. Me detuve, no sé por qué, ya que habla oído esa palabra miles de veces, casi no pasaba un día en que no la oía; pensé: qué raro sería si hubiera algo que realmente no pudiéramos olvidar. Qué raro sería si hubiera, en lo que llamamos realidad, una cosa, un objeto —¿por qué no?— que fuera realmente inolvidable.

Ese fue mi punto de partida, bastante abstracto y pobre; pensar en el posible sentido de esa palabra oída, leída, literalmente inolvidable, unforgettable, unvergesslich, inoubliable. Es una consideración bastante pobre, como ustedes han visto. En seguida pensé que si hay algo inolvidable, ese algo debe ser común, ya que si tuviéramos una quimera, por ejemplo, un monstruo con tres cabezas (una cabeza creo que de cabra, otra de serpiente, otra creo que de perro, no estoy seguro), lo recordaríamos ciertamente. De modo que no habría ninguna gracia en un cuento con un minotauro, con una quimera, con un unicornio inolvidables; no, tenía que ser algo muy común. Al pensar en ese algo común pensé, creo que inmediatamente, en una moneda, ya que se acuñan miles y miles de monedas todas exactamente iguales. Todas con la efigie de la libertad, o con un escudo o con ciertas palabras convencionales. Qué raro sería si hubiera una moneda, una moneda perdida entre esos millones de monedas, que fuera inolvidable. Y pensé en una moneda que ahora ha desaparecido, una moneda de veinte centavos, una moneda igual a las otras, igual a la moneda de cinco, o a la de diez, un poco más grande; qué raro si entre los millones, literalmente, de monedas acuñadas por el Estado, hubiera una que fuera inolvidable. De ahí surgió una idea; una inolvidable moneda de veinte centavos. No sé si existen aún, si los numismáticos las coleccionan, si tienen algún valor, pero, en fin, no pensé en eso en aquel tiempo. Pensé en una moneda que para los fines de mi cuento tenía que ser inolvidable; es decir: una persona que la viera no podría pensar en otra cosa.

Luego me encontré ante la segunda o tercera dificultad... he perdido la cuenta. ¿Por qué esa moneda iba a ser inolvidable? El lector no acepta la idea, yo tenía que preparar la inolvidabilidad de mi moneda y para eso convenía suponer un estado emocional en quien la ve, había que insinuar la locura, ya que el tema de mi cuento es un tema que se parece a la locura o a la obsesión. Entonces pensé, como pensó Edgar Allan Poe cuando escribió su justamente famoso poema El Cuervo, en la muerte de una mujer hermosa. Poe se preguntó a quién podía impresionar la muerte de esa mujer, y dedujo que tenía que impresionarle a alguien que estuviese enamorado de ella. De ahí llegué a la idea de una mujer, de quien yo estoy enamorado, que muere, y yo estoy desesperado.

En ese punto hubiera sido fácil, quizás demasiado fácil, que esa mujer fuera como la perdida Leonor de Poe. Pero no decidí mostrar a esa mujer de un modo satírico, mostrar el amor de quien no olvidará la moneda de veinte centavos como un poco ridículo; todos los amores lo son para quien los ve desde afuera.

Entonces, en lugar de hablar de la belleza del low splendor, la convertí en una mujer bastante trivial, un poco ridícula, venida a menos, tampoco demasiado linda. Imaginé esa situación que se da muchas veces: un hombre enamorado de una mujer, que sabe, por un lado, que no puede vivir sin ella y, al mismo tiempo, sabe que esa mujer no es especialmente memorable, digamos, para su madre, para sus primas, para la mucama, para la costurera, para las amigas; sin embargo, para él, esa persona es única.

Eso me lleva a otra idea, la idea de que quizás toda persona sea única, y que nosotros no veamos lo único de esa persona que habla en favor de ella. Yo he pensado alguna vez que esto se da en todo, si no fijémonos que en la Naturaleza, o en Dios (Deus sive Natura, decía Spinoza) lo importante es la cantidad y no la calidad. Por qué no suponer, entonces, que hay algo, no sólo en cada ser humano, sino en cada hoja, en cada hormiga, único, que por eso Dios, o la Naturaleza, crea millones de hormigas; es falso, no hay millones de hormigas, hay millones de seres muy diferentes, pero la diferencia es tan sutil que nosotros los vemos como iguales.

Entonces, ¿qué es estar enamorado? Estar enamorado es percibir lo único que hay en cada persona, eso único que no puede comunicarse salvo por medio de hipérboles o de metáforas. Entonces, por qué no suponer que esa mujer, un poco ridícula para todos, poco ridícula para quien está enamorado de ella, esa mujer muere. Y luego tenemos el velorio. Yo elegí el lugar del velorio, elegí la esquina, pensé en la iglesia de La Concepción, una iglesia no demasiado famosa ni demasiado patética, y luego al hombre que después del velorio va a tomar un guindado a un almacén. Paga; en el cambio le dan una moneda y él distingue en seguida que hay algo en ella —hice que fuera rayada para distinguirla de las otras. Él ve la moneda, está muy emocionado por la muerte de la mujer, pero al verla ya empieza a olvidarse de ello, empieza a pensar en la moneda. Ya tenemos el objeto mágico para el cuento. Luego vienen los subterfugios del narrador para librarse de esa que él sabe que es una obsesión. Hay diversos subterfugios: uno de ellos es perder la moneda. La lleva, entonces, a otro almacén que queda un poco lejos. La entrega en el cambio, trata de no fijarse en qué esquina está ese almacén, pero eso no sirve para nada porque él sigue pensando en la moneda.

Luego llega a extremos un poco absurdos. Por ejemplo, compra una libra esterlina con San Jorge y el dragón, la examina con una lupa, trata de pensar en ella y olvidarse de la moneda de veinte centavos ya perdida para siempre, pero no logra hacerlo. Hacia el final del cuento el hombre va enloqueciendo pero piensa que esa misma obsesión puede salvarlo. Es decir, habrá un momento en el cual ya el universo habrá desaparecido, el universo será una moneda de veinte centavos. Entonces él —aquí produje un pequeño efecto literario— él, Borges, estará loco, no sabrá que es Borges. Ya no será otra cosa que el espectador de esa perdida moneda inolvidable. Y concluí con esta frase debidamente literaria, es decir, falsa: «Quizás detrás de la moneda está Dios». Es decir, si uno ve una sola cosa, esa cosa única es absoluta. Hay otros episodios que he olvidado, quizás alguno de ustedes los recuerde. Al final, él no puede dormir, sueña con la moneda, no puede leer, la moneda se interpone entre el texto y él, casi no puede hablar sino de un modo mecánico, porque realmente está pensando en la moneda, así concluye el cuento.

Bien, ese cuento pertenece a una serie de cuentos, en la que hay objetos mágicos que parecen preciosos al principio y luego son maldiciones, sucede que están cargadas de horror. Recuerdo otro cuento que esencialmente es el mismo y que está en mi mejor libro, si es que yo puedo hablar de mejores libros: El libro de arena. Ya el título es mejor que El Zahir, creo que zahir quiere decir algo así como maravilloso, excepcional. En este caso, pensé antes que nada en el titulo: El libro de arena, un libro imposible, ya que no puede haber libros de arena, se disgregarían. Lo llamé libro de arena porque consta de un número infinito de páginas. El libro tiene el número de la arena, o más que el presumible número infinito de páginas, no puede abrirse dos veces en la misma.

Este libro podría haber sido un gran libro, de aspecto ilustre; pero la misma idea que me llevó a una moneda de veinte centavos en el primer cuento, me condujo a un libro mal impreso, con torpes ilustraciones y escrito en un idioma desconocido. Necesitaba eso para el prestigio del libro, y lo llamé Holy Writ —escritura sagrada—, la escritura sagrada de una religión desconocida. El hombre lo adquiere, piensa que tiene un libro único, pero luego advierte lo terrible de un libro sin primera página (ya que si hubiera una primera página habría una última). En cualquier parte en la que él abra el libro, habrá siempre algunas páginas entre aquella en la que él abre y la tapa. El libro no tiene nada de particular, pero acaba por infundirle horror y él opta por perderlo y lo hace en la Biblioteca Nacional. Elegí ese lugar en especial porque conozco bien la biblioteca.

Así, tenemos el mismo argumento: un objeto mágico que realmente encierra horror.

Pero antes yo había escrito otro cuento titulado Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. Tlön, no se sabe a qué idioma corresponde. Posiblemente a una lengua germánica. Uqbar sugiere algo arábigo, algo asiático. Y luego dos palabras claramente latinas: Orbis Tertius, mundo tercero. La idea era distinta, la idea es la de un libro que modifique el mundo.

Yo he sido siempre lector de enciclopedias, creo que es uno de los géneros literarios que prefiero porque de algún modo ofrece todo de manera sorprendente. Recuerdo que solía concurrir a la Biblioteca Nacional con mi padre; yo era demasiado tímido para pedir un libro, entonces sacaba un volumen de los anaqueles, lo abría y leía. Encontré una vieja edición de la Enciclopedia Británica, una edición muy superior a las actuales ya que estaba concebida como libro de lectura y no de consulta; era una serie de largas monografías. Recuerdo que una noche especialmente afortunada en la que busqué el volumen que corresponde a D-L y leí un artículo sobre los druidas, antiguos sacerdotes de los celtas, que creían —según César— en la transmigración (puede haber un error de parte de César). Leí otro artículo sobre los drusos del Asia Menor, que también creen en la transmigración. Luego pensé en un rasgo no indigno de Kafka: Dios sabe que esos drusos son muy pocos, que los asedian sus vecinos, pero al mismo tiempo creen que hay una vasta población de drusos en la China y creen, como los druidas, en la transmigración. Eso lo encontré en aquella edición, creo que del año 1910, y luego en la de 1911 no encontré ese párrafo, que posiblemente soñé; aunque creo recordar aún la frase Chinese druses —drusos chinos— y un artículo sobre Dryden, que habla de toda la triste variedad del infierno, sobre el cual ha escrito un excelente libro el poeta Eliot; eso me fue dado en una noche.

Y como siempre he sido un lector de enciclopedias, reflexioné —esa reflexión es trivial también, pero no importa, para mí fue inspiradora— que las enciclopedias que yo había leído se refieren a nuestro planeta, a los otros, a los diversos idiomas, a sus diversas literaturas, a las diversas filosofías, a los diversos hechos que configuran lo que se llama el mundo físico. ¿Por qué no suponer una enciclopedia de un mundo imaginario)

Esa enciclopedia tendría el rigor que no tiene lo que llamamos realidad. Dijo Chesterton que es natural que lo real sea más extraño que lo imaginado, ya que lo imaginado procede de nosotros, mientras que lo real procede de una imaginación infinita, la de Dios. Bueno, vamos a suponer la enciclopedia de un mundo imaginario. Ese mundo imaginario, su historia, sus matemáticas, sus religiones, las herejías de esas religiones, sus lenguas, las gramáticas y filosofías de esas lenguas, todo eso va a ser más ordenado, es decir, más aceptable para la imaginación que el mundo real en el que estamos perdidos, del que podemos pensar que es un laberinto, un caos. Podemos imaginar, entonces, la enciclopedia de ese mundo, o esos tres mundos que se llaman, en tres etapas sucesivas, Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. No sé cuántos ejemplares eran, digamos treinta ejemplares de ese volumen que leído y releído, acaba de suplantar la realidad—, ya que la historia real que narra es más aceptable que la historia real que no entendemos, su filosofía corresponde a la filosofía que podemos admitir fácilmente y comprender el idealismo de Hume, de los hindúes, de Schopenhauer, de Berkeley, de Spinoza. Supongamos que esa enciclopedia funde el mundo cotidiano y lo reemplaza. Entonces, una vez escrito el cuento, aquella misma idea de un objeto mágico que modifica la realidad lleva a una especie de locura; una vez escrito el cuento pensé: «¿qué es lo que realmente ha ocurrido?». Ya que, ¿qué seria del mundo actual sin los diversos libros sagrados, sin los diversos libros de filosofía?

Ese fue uno de los primeros cuentos que escribí. Ustedes observarán que esos tres cuentos de apariencia distinta, Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, El Zahir y El libro de arena son esencialmente el mismo: un objeto mágico intercalado en lo que se llama mundo real.

Jorge Luis Borges
Acerca de mis cuentos

Para leer
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius.
El Zahir.
El libro de arena.

Escrito por Asterion a las 6:50 PM | Comentarios (44)