¡Honremos y reverenciemos el sueño! ¡Eso es lo primero! ¡Y evitad a todos los que duermen mal o velan por la noche!
Incluso el ladrón siente pudor ante el dormir: siempre roba a hurtadillas y en silencio por la noche. En cambio el vigilante nocturno carece de pudor, sin pudor alguno vagabundea con su trompeta.
Dormir no es cosa fácil: para ello, se necesita haber estado bien despierto el día entero.
Diez veces deberás superarte a ti mismo durante el día: esto te hará llegar a la noche fatigado y esa fatiga es el mejor opio para el alma.
Diez veces deberás reconciliarte contigo mismo; pues la superación es amarga, y mal duerme el que no se ha reconciliado.
Diez verdades deberás descubrir durante el día: de otro modo, seguirás buscando la verdad durante la noche, y tu alma quedará hambrienta.
Diez veces deberás reír durante el día: de lo contrario, el estómago, ese padre de la tribulación, te molestará durante la noche.
Pocos saben esto: pero es necesario tener todas las virtudes si se quiere dormir bien.
¿Diré falso testimonio? ¿Cometeré adulterio?. ¿Me dejaré llevar a desear la mujer de mi prójimo?. Todo esto se avendría mal con el buen dormir.
Y aunque se tengan todas las virtudes, es necesario entender aún de una cosa: de mandar a dormir a tiempo a las virtudes mismas.
¡Para que no disputen entre sí esas lindas mujercitas! ¡Y que no lo hagan sobre tí, desventurado!
Paz con Dios y con el vecino: así lo quiere el buen dormir. ¡Y paz incluso con el demonio del vecino! De lo contrario, rondará en tu casa por la noche.
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No quiero muchos honores, ni grandes tesoros: eso inflama el bazo. Pero se duerme mal sin un buen nombre y un pequeño tesoro.
Friedrich Nietzsche
Así habló Zarathustra
(De las cátedras de virtud)
Imagen: Edvard Munch
Friedrich Nietzche(1905).
Óleo y témpera sobre lienzo (200 x 130 cm)
Museo Munch, Oslo.